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Un evangelizador altamente recomendado por la iglesia, enseña e insiste en que él y la iglesia nos enseñan a amar a nuestros enemigos.
Dice el Sr. Jesús en el Evangelio de San Mateo 5, 43-48; amen a sus enemigos y rueguen por los que los persiguen, para que sean hijos de nuestro Padre Celestial. ¿Será que Cristo dijo que los que los persiguen ya son hijos del Padre celestial? O ¿! ¿¡Acaso no está diciendo que oren, para que los que los persiguen, (o sea, los enemigos) sean hijos del Padre Celestial!?
El salmista, dijo: Salmo 78,1-2. Escucha mi ley, pueblo mío, tiende tu oído a las palabras de mi boca, voy a abrir mi boca en parábolas. Acaso no cumple Cristo, lo dicho por el Salmista. ¿No está repleto el nuevo testamento de parábolas y expresiones idiomáticas?
Cuándo Cristo afirma que amemos a los enemigos, ¿Lo dice en sentido figurado o literalmente?
Cuando Cristo envía a los doce apóstoles, les dice: “Al entrar en la casa, saludadla. Si la casa es digna, llegue a ella vuestra paz; más si no es digna, vuestra paz se vuelva a vosotros. Y si no los reciben y ni quieren escuchar vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiéndose hasta el polvo de vuestros pies. Yo les aseguro: el día del juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para aquella ciudad” (Mateo 10, 1-15).
¿A quién castiga Cristo? ¿A los enemigos o a los que lo aman? Si Cristo castiga a los enemigos, entonces ¿Por qué dice en Mateo 5, que amen a los enemigos? Pues los enemigos, no pueden entrar en el reino celestial.
¿Será que el ser enemigos de Dios, nos permitirá estar en su gloria? Misericordia quiero, no que sacrificios: Yo les digo, misericordia, no significa despreciar a nuestros enemigos y mucho menos que podamos confiar en ellos. ¡Si Cristo castiga a los enemigos! Entonces, ¿Por qué la iglesia insiste en que amemos a los enemigos? La pregunta es: ¿De qué está hablando Cristo?
¿No está Cristo hablando en sentido figurado? Porque ciertamente, no podemos amar a los enemigos; pero si podemos ser piadosos con los enemigos y hasta podemos orar por ellos.
Una cosa si es sumamente clara, el ser enemigos de Cristo, nos separa eternamente de la vida de Dios; pero amar a los enemigos, “paradójicamente” nos pone junto a Dios, para toda la eternidad. Mientras los enemigos de Dios se pierden, los que obedecen las leyes de Dios, serán eternamente bendecidos. ¡Es que la iglesia no nos ha enseñado nunca, de que está hablando Cristo! ¡Si la iglesia, conociera a Cristo, bien que sabría de que está hablando el Maestro!
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