Navidad

 

Feliz Navidad y feliz año nuevo a toda mi audiencia en el condado de St. Stanislaus, Hughson, Ceres y Modesto California EE.UU. y a todos mis seguidores en el mundo entero, pero también les mando un saludo de paz en Cristo a todos aquellos que buscan a Cristo en su corazón.
Que mi madre celestial, le conceda a mi condado de St. Stanislaus y a millares en el mundo, ser liberados de toda enfermedad y de toda pandemia. Madre, mía, madre celestial, te ruego por los que viven cerca de mí, y por aquellos que viven lejos de mí, y que buscan a tu hijo divino con corazón sincero, sean todos liberados y sanados de todo mal, y el mundo tenga un poco de paz.
También quiero enviar un saludo muy especial a todos aquellos que están inscritos en el boletín de Piedrecita, bendiciones a todos.

El apóstol Pablo, decía así: Sé de un hombre en Cristo, el cual hace catorce años (si en el cuerpo fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe), fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y sé que este hombre (en el cuerpo o fuera del cuerpo no lo sé, Dios lo sabe), fue arrebatado al paraíso y oyó palabras inefables que el hombre no puede pronunciar. De ese tal me gloriaré; pero en cuanto a mí, solo me gloriaré en mis flaquezas. Si pretendiera gloriarme no haría el fatuo, diría la verdad. Pero me abstengo de ello.
(II Corintios 12, 1-6)

Dice nuestro Señor Jesucristo: Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quien es el hijo, y ni quien es el Padre, sino solo el hijo, y solo aquel a quien el hijo se lo quiera revelar (Lucas 10,22).
La apariencia humana de Cristo, la del nacimiento en belén y la del crucificado, todos en la iglesia y en el mundo la conocieron desde hace ya más de 2000 años, pero su persona verdadera y divina, es solo para los bienaventurados en el cielo.
Por eso Cristo dice, que a Él y al Padre nadie los ha visto jamás; pero solo aquel, a quien él se lo quiera revelar. El cuerpo de Cristo, representa el velo del antiguo templo de Israel, que no permitía que se viera su gloria; es decir, el cuerpo de Cristo en este mundo, es el velo que encierra al santo de los santos.

Yo, Jesé Retoño, se dé un hombre del que habló Cristo en el nuevo testamento, y sé que aquel hombre vendría en nuestro tiempo, siglo XXI. A mí, hace más de 25 años me fue mostrada la Gloria del que vive por los siglos, “Yahveh” el Existente, sí, el Dios de la estepa, el Dios de Abraham, y sé que el Creador me ha pedido que lo muestre a toda la iglesia y al mundo.

Yo soy, aquel del que Cristo habló en su tiempo. Si quisiera dármelas de sabio y lleno de la gracia de Dios, no les mentiría; pero prefiero ser despreciado por todos, así como lo soy hasta el presente. Después de todo, siempre he amado la cruz de Cristo, y morir en Cristo es vivir para mí. La Gloria que Cristo y mi padre celestial me han mostrado, no es tan solo para mí, es más bien para todos ustedes y para miles en la iglesia y en el mundo.

Antes que yo me vaya de este mundo, debo entregar este mensaje a todos ustedes y a la iglesia. Cristo me ha marcado el día, la fecha, el sacerdote y la parroquia de la santa iglesia católica de mi diócesis de Stockton, en la que el espíritu santo me ha revelado el misterio de su santa voluntad, y así, quedé yo autorizado para mostrar a la iglesia y al mundo estos secretos celestiales.
Cristo no nació en vano, él es la navidad, él es la luz verdadera, él es la vida, en él fueron hechas todas las cosas y por él estoy yo aquí. La virgen del cielo, me preparó para este momento y debo mostrar la luz de Cristo, su hijo amado, tal y como Dios lo ha determinado.
Lo sé, sé que el tiempo ha llegado.
Piedrecita, es la voz de Cristo, y, yo soy, una herramienta de la luz que ha venido a visitarnos en el mundo.

Yo, “Jesé Retoño”, mi hijo “León Jesuita”, mi esposa y mi familia, les deseamos una feliz Navidad, y un hermoso año nuevo a todos mis seguidores, en Cristo. No se olviden que pronto estaré tratando mi tema “Viaje al Purgatorio”, pero mientras llega el momento, y como no tengo regalos debido a mi situación económica, en esta navidad estaré pidiendo a mi Padre celestial en el nombre de Cristo, que a todos los que me sigan, puedan llegar a ver, a mi Padre y a Jesús, cara a cara, como a mí se me ha concedido, y que todos ustedes puedan un día muy pronto gozar de la presencia de Dios en sus vidas.
Dios conoce a los que son suyos, y también él me ha llamado para estar en su presencia.

En esta navidad, estaré algo triste y melancólico, porque extraño mucho a mi Padre Celestial, y sufro otro tanto, porque no puedo estar tan cerca de Cristo como lo estuve hace poco tiempo; pero me alegro por que los tengo a todos ustedes, y pronto terminaré la misión que mi Padre celestial me encomendó. Ya pronto vienen días en que les mostraré cosas gloriosas de mi Padre celestial y de Cristo. El mundo y la iglesia conocerá mejor el rostro de mi Padre celestial, y también el de Cristo en toda su divinidad, luego después de cumplida mi misión, volveré al lado de mi Padre celestial.

Sé que, a pesar de los terribles desprecios hacia mi persona, y sé que a sabiendas de que muchos me desdeñan, a pesar de todo y por encima de todo, ya vienen días en que les revelaré secretos divinos, secretos jamás antes dichos por ningún ser humano; pero que solo conciernen y pueden ser pronunciados, por aquel que pudiera estar en la presencia misma del Creador, y será una bendición tras bendición, para millares en el mundo entero. La luz de Cristo y de mi Padre celestial entonces brillará mucho mejor en la presencia de aquellos que lo aman en todo el mundo.

A todos mis seguidores, les mando un abrazo en el nombre de Cristo. Oren y no pierdan la fe en Cristo, no se aparten de la iglesia, amen a sus sacerdotes, amen a aquellos que los guían en la fe, amen a sus padres y a sus familiares. Luchen por la justicia en el nombre de Dios, no encubran pecados, sean justos con los demás. Amen a Cristo y su verdad, no cambien el evangelio de Cristo a su manera o a su conveniencia, no sean doble cara; pero sean para el mundo todos mis seguidores una ofrenda de paz.

¡Que la luz de Cristo, Brille en todos ustedes y en todos aquellos que buscan a Dios en su corazón!
¡Felicidades!
¡Feliz Navidad! Y ¡Feliz año nuevo!
Yo soy, Jesé Retoño, los amo en Cristo.

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