¡¿Sabía usted que…?!
Parte 1 de 4:
Quiero darles las gracias a todos aquellos, que me dieron estos terribles comentarios, bendito sea Dios. Quiero agradecerles por llamarme ignorante, por decirme que no sé lo que es iglesia. Gracias por llamarme, el que descalifica a los sacerdotes. Gracias por decirme que generalizo sobre los sacerdotes, es que verdaderamente en las comunidades eclesiales, no hay imperfecciones; pero solo dulzura y bendiciones. Como le dijo el señor a Abimelec: “como que te estoy estorbando para que obres el bien”, porque todo ya estaba perfecto y no hay nada que enmendar. Gracias por llamarme amargado, por decirme: ¿quien soy yo para juzgar a mi prójimo? Gracias por recordarme, que cuando voy a la iglesia, peco por escuchar los escándalos de los niños. Gracias por llamarme falso profeta.
Yo, Jesé Retoño, vengo de muchas comunidades eclesiales de América latina, y en todas he visto los mismos desordenes e incumplimiento de las leyes de Dios. Como decía mi abuelita, en todas partes se cuecen Abas, y como una ves dijo el gran apóstol de las gentes, comamos y bebamos que mañana moriremos. Y como suele decir mi mama, que siga el entierro, porque la necedad es primero.
Cuando Cristo me llamó, me aseguró que yo no sería puesto sobre un pedestal, y que sería tratado como los profetas de antaño. Antes de empezar esta misión, la iglesia ya me había repudiado y era la razón, por la que una vez no quise traer el mensaje a la iglesia. Preferí obrar como Jonás; pero la misericordia de Dios, me hizo compadecerme. Mi misión, seria decir la verdad y eso me causaría el rechazo y el oprobio, tal como a Cristo mi hermano le sucedió.
Quiero que sepan, que mi madre celestial los escuchó, y ella misma me entregó este mensaje, para recordarles, que ella aún se preocupa por todos, pero que es sumamente necesario que se diga la verdad. Todo cuanto afirmo y enseño aquí en “Piedrecita”, es verdadero, y es mi experiencia de años de sacrificios y de entrega a Cristo.
Es voluntad del divino maestro, que hable con la verdad y que yo le sea leal a sus designios. Sí, sé que merezco el repudio, ya sé que un profeta no cabe en este mundo. Porque según la iglesia, ya todos son profetas, y apóstoles, y si Cristo envía alguno más, ya ese tal, sale sobrando. Por eso terminaré la misión que Cristo me encomendó y volveré a lado de mi Padre celestial. Sí, “yo soy”, y solo entonces me recordarán y se lamentarán.
Lo sé, sé que Cristo me recordó, que un profeta, solo en su casa y en su patria carece de prestigio. Mi iglesia o mi casa, o mi pueblo, al que yo he sido enviado, ahí no soy bien venido. Lo sé, esta no es mi casa, por eso sufro tanto, y por eso extraño tanto a mi Padre celestial.
Gracias por recordármelo.
Continuación…
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