¡Sabía usted que…!
Todos los católicos, sin excepción alguna, tenemos la misión de vivir en santidad y evangelizar.
¡Sabía usted, que tan solo con venir a Misa, no seremos salvos! ¡Sabía usted que tan solo con recibir la santa comunión cada domingo, no podrá ser salvo! ¡sabía usted, que no se es bueno, tan solo porque usted viene a Misa cada fin de semana! ¡Sabía usted, que no seremos salvos, tan solo porque Cristo ya murió por nosotros! ¡Sabía usted, que no seremos salvos, porque no hemos matado a nadie!
¡Sabía usted, que no seremos salvos, tan solo, porque rezamos muchos rosarios! ¡Sabía usted, que no podrá ser salvó, tan solo porque usted es un sacerdote! ¡Sabía usted, que no podrá ser salvo, tan solo porque es una religiosa o un religioso! ¡Sabía usted, que no será salvo, tan solo porque usted ha efectuado muchos milagros o curaciones! ¡Sabía usted que no será salvo, porque, solo, después de Misa se va de fiesta!
¡Sabía usted que el pan y el vino consagrados o santa comunión, son tan solo un alimento espiritual!
¡Sabía usted, que el pan y el vino o santa eucaristía, no producen ningún efecto espiritual en nosotros, ni siquiera nos puede llevar al cielo, a menos que cumplamos con las leyes de Dios o con los requisitos que requiere el sacramento, para que sea efectivo! ¡Sabía usted que no podrá ser salvo, si no lucha por la verdad y la justicia! ¡Sabía usted que no podrá ser salvo, si permanece callado ante las injusticias! ¡Sabía usted, que una fe sin obras, no sirve para nada!
Dice el Señor Jesús: No todo el que me diga: Señor, Señor, entrara en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día; Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? ¡Y entonces les declarare! Jamás los conocí; ¡apártense de mí, agentes de iniquidad! (Mateo 7, 21-23).
¡No sabía que los católicos estamos obligados ante Dios, a evangelizar a nuestros hijos y transmitir la vida de santidad a los demás, apartándonos de las concupiscencias, deleites y vicios humanos! ¡No sabía que debemos todos los católicos, decir la verdad en su lugar y tiempo, para evitar que se sigan cometiendo injusticias aun dentro de nuestra propia iglesia, y aun dentro de nuestro propio hogar!
¡No sabía que ni siquiera nuestros sacerdotes están exentos!
¡No, eso no lo sabía!
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