Se que en mi ministerio “Piedrecita”, reprocho y castigo severamente a muchos sacerdotes de la santa iglesia católica. Sí, claro que estoy obligado ante Cristo, a cumplir con su mandato, porque muchos sacerdotes, se han apartado de Cristo, aunque aún llevan la túnica del sacerdocio y la vergüenza ante Cristo.
Muchos sacerdotes y obispos, usan su poder eclesial, para mantenerse en su puesto del sacerdocio; no sabiendo que Cristo, los observa y que él sabe de su corrupción, la que causa que muchos en la iglesia se contaminen con sus aberraciones antievangélicas y con sus vidas pervertidas.
Quiero pedirles a todos que empecemos a orar.
Pero hoy, deseo dirigirme a aquellos sacerdotes, amados por mi hermano Jesucristo. También, amados por este servidor vuestro y de mi padre celestial. Porque todo lo que le pertenece a mi hermano Jesús, me pertenece a mí también, y todo lo que es de mi padre celestial, también es mío, porque mi padre celestial es mío y el me ama mucho.
Cuanto deseo que muchos llegasen a conocer y amar a mi padre celestial, como a mí se me ha permitido; pero he venido a mostrarles el amor de mi Padre Celestial y a mostrarles el Corazón de mi hermano Jesucristo. Por esos sacerdotes que sufren con paciencia y esperan un día ver a Cristo, y estar en la Gloria de mi padre; por ellos he venido a rogar a mi Padre celestial y a mi hermano Jesús.
Oremos, por los que sufren sin esperanza de Dios, por esos que creen que Dios no existe; por ellos oremos porque no saben cuan terrible realidad es Dios. Oremos, por los que buscan a Dios con corazón sincero, pero que las dificultades del mundo se los impide; oremos, por los pecados del mundo y las ofensas de la iglesia hacia Cristo; oremos, para que Dios nos conceda cambiar nuestras conductas y aprendamos a obedecer a Dios.
Oremos, por aquellos sacerdotes, que son verdaderos ejemplos de lealtad al evangelio de Cristo, por no torcer nada de las escrituras y por no aprovecharse de la ignorancia del pueblo para engañarlos y extorsionarlos, por ellos he venido a rogar. Oremos, para que Dios los siga bendiciendo y sean luz del mundo.
A esos sacerdotes, fieles y leales a la pobreza y lealtad divina, yo les digo en el nombre de Cristo: Vengan benditos de mi Padre celestial y reciban la Gloria de mi Padre y el amor de Cristo.
Cristo mi hermano, Padre mío, ¡escúchame!, Padre, te ruego que no te olvides jamás de esos sacerdotes que cumplen con tus leyes de pobreza y lealtad. Padre mío, muestrales tu Gloria y permite que sus vidas sean un holocausto de agrado a tu santo nombre. Dios mío, te ruego por los que te fallan, para que les concedas enderezar sus vidas.
Padre santo y hermano mío Jesucristo, te ruego con toda mi alma, que cesen las injusticias en el mundo y los pobres puedan tener paz y bendición tuya. Padre mío, por unos pocos justos en el mundo, te ruego nos perdones y nos des aun otra esperanza. Madre mía, virgen de Guadalupe, ya no llores más madre mía, “yo te amo”; yo sé que, de ahora en adelante, muchos vendrán de nuevo a suplicar tus bendiciones, y se arrodillarán ante ti.
Ya no se arrodillarán, viniendo a un cerrito a suplicar por tus bendiciones, pero vendrán ante ti y ante tu hijo amado, y en todas partes y países del mundo.
Madre mía, madre celestial, como te has apiadado de mí, ten piedad de todos aquellos que te buscan con toda sinceridad; pero que buscan tu amor y no tus milagros; pero que buscan tu compasión y no los bienes temporales; sí, madre mía de Guadalupe, apiádate de aquellos que quieren hallar en ti, a Cristo tu hijo, Dios verdadero.
Madre celestial, he heredado tu corazón, he heredado el espíritu de tu hijo amado y la gloria de mi Padre celestial; ahora te ruego Padre mío, que no te olvides de todos aquellos que cumplen con tus leyes y que te son fieles hasta el extremo. Ahora, Padre mío, me has enseñado a ser como tú, y por eso quiero también apiadarme y rogarte, por el amor de Cristo quien me ha dado su espíritu, Padre mío, te pido que te apiades de todos en el mundo.
Oremos hermanos, por las enfermedades e injusticias que están sucediendo en el mundo, para que Dios mi padre celestial, en nombre de Cristo nuestro redentor se apiade de todos y cesen los males o castigos en el mundo.
Aún no he entregado tu mensaje a la iglesia y a la humanidad, Señor mío, Dios mío, Padre mío; pero tú ya estas mostrando tu disgusto. Perdón, Padre, perdón. Perdónanos padre, perdónanos.
Oremos, a Dios, O padre mío, en el nombre de tu hijo amado, ten piedad de todos nosotros.
Padre mío, por favor aplaca tu furia, Cristo, sálvanos.
Amen.
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