Yo “Jesé Retoño”, quiero llevarlos de la mano hacia el purgatorio y quiero que conozcan lo que es y se siente después de la muerte, habiendo fallecido en pecado, y sin gravedad al extremo, pero como quien vivió una vida tibia o, a medias.
Pero antes de proceder con mi experiencia, la cual me fue concedida por la Virgen María, la siempre virgen de Guadalupe.
Hagamos un análisis de lo que sabemos hasta hoy, acerca del purgatorio y de todo aquello que la iglesia nos ha enseñado al respecto.
En el nuevo testamento, Cristo nos ilustra claramente acerca del destino de los buenos y de los malos: “Vengan benditos de mi Padre, reciban la herencia del Reino preparado para ustedes desde la creación del mundo” o bien “Apártense de Mí, malditos, y vayan al fuego eterno preparado para el Diablo y sus Ángeles” (Mt. 25, 34-41).
En el nuevo testamento, talvez Cristo, no estuvo muy interesado en el purgatorio, sino en el castigo de aquellos que desprecian a Dios. La prioridad de Cristo en su evangelio, es la salvación de todos aquellos que lo quieran seguir. El purgatorio, no es y no fue la misión de Cristo, por lo que no tenemos mucha información al respecto.
Doctrina del Purgatorio
El Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 1030 dice lo siguiente: “Los que mueren en la Gracia y amistad de Dios, pero imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación, sufren después de la muerte una purificación, a fin de obtener la santidad necesaria para entrar en la alegría del cielo.”
En el numero 1031 nos dice: “La Iglesia llama Purgatorio a esta purificación final de los elegidos que es completamente distinta del castigo de los condenados.”
No fue sino hasta 1439, que en el Concilio de Florencia se definió la doctrina del Purgatorio, y hemos de notar antes que nada que, tanto en el actual Catecismo de la Iglesia Católica como en el Concilio de Florencia, se habla del Purgatorio como de un “estado de purificación” y no de un lugar de tormentos. Por ende, no es exacto decir que alguien está “en el Purgatorio” como si fuera realmente un lugar en el espacio y en el tiempo.
El Purgatorio: Estado de Auto-Purificación
Según la opinión de muchos peritos en la iglesia, el Purgatorio es un estado de auto purificación, deseado por el alma misma que se sabe, está impura ante la perfección y majestuosidad infinitas de Dios. Se piensa que, habiendo muerto el cristiano en Gracia de Dios, aunque con penas aun no satisfechas, tiene en su corazón un amor tan intenso, tan ardiente, que sufre por el retraso merecido, en tanto se purifica totalmente. Se piensa que le cristiano sufre el dolor de la ausencia, de no estar ya en la posesión total de Dios.
En la iglesia, se piensa que el purgatorio es un deseo ardiente del abrazo de Dios, una herida de amor que causa gran sufrimiento, una nostalgia fuertísima de Dios. También, se cree que es un estado de deseo loco de Dios a quien ya se conoce porque lo hemos visto pero con quien aún no podemos unirnos debido a nuestras impurezas.
Aunque el sufrimiento sea terrible, existe ya la certeza de vivir pronto para siempre con Dios. Es una certeza inquebrantable. Podemos decir que el gozo es mayor que el dolor. El alma desea ser purificada para estar inmaculada antes de ir al Cielo. Esta es la información general que obtenemos de muchos grandes teólogos y sacerdotes, en la iglesia.
Hay también, muchos testimonios de que, en el momento de la muerte, vemos una luz resplandeciente, hermosísima, plena de gozo que nos hace desear con toda el alma seguir hacia esa luz. San Juan en sus escritos, en repetidas ocasiones nos dice “Dios es luz y en El no hay tinieblas”, que “Cristo era la Luz del mundo y el mundo no lo conoció”. Jesucristo mismo se autodefinió como “la Luz del mundo”.
Oración por los Difuntos
Cuando por permiso de Dios y con los auxilios de la ciencia logran “revivir” a aquel que estaba en trance de muerte y que ya vio la luz de Dios, el alma no quiere ya regresar a esta vida llena de oscuridad e incertidumbre. Han probado brevemente la felicidad que nos espera en el Cielo. Es por eso que la Iglesia desde siempre ha deseado a los difuntos no solo que “descansen en Paz” sino que “luzca para ellos la luz perpetua”.
Las almas del Purgatorio, que han visto la luz de Dios, sufren la agonía de estar en la antesala, purificándose voluntariamente de sus pecados.
En el antiguo testamento, en el libro de los Macabeos, el cual pertenece a los deuterocanónicos, los cuales no son aceptados por nuestros hermanos separados, precisamente, por el rechazo que le tienen al purgatorio.
Mas, sin embargo, los israelitas deportados, aceptaban la existencia del más allá, en un lugar de espera o purificación, más bien inspirados por la creencia de la resurrección. Si el pueblo israelita, no hubiera creído, que los compañeros caídos iban a resucitar, habría sido cosa inútil y absurda orar por ellos. Pero los israelitas, creían firmemente en una valiosa recompensa para los que mueren como creyentes; de ahí que su inquietud era santa y muy de acuerdo con la fe. Esta es o era principalmente la razón por la cual Judas ofreció este sacrificio por los muertos, para que fueran perdonados de sus pecados (2 Mac. 12, 41-46).
El Purgatorio en el Nuevo Testamento
En el Nuevo Testamento encontramos también sustento a la doctrina del Purgatorio. San Pablo, en la primera carta a los Corintios, argumenta acerca de las obras probadas a fuego el día del juicio: “Si su obra resiste el fuego, será premiado, pero si es obra que se convierta en cenizas, él mismo tendrá que pagar. Él se salvará, pero como quien pasa por el fuego” (1Cor. 3, 14-15).
Evidentemente, en las escrituras del antiguo y nuevo testamento, no se menciona la palabra purgatorio, pero se cree en tal lugar o en tal estado después de la muerte.
Oración por los Muertos
Por eso la Iglesia siempre ha propiciado, desde los primeros años, sufragios por los muertos. Tertuliano (200d.C.), San Efrén, San Cirilo de Alejandría, San Juan Crisóstomo, mencionan que el ofrecimiento de la Eucaristía era el sufragio más común desde entonces. Alejandro de Hales, teólogo inglés, explica que las almas en el Purgatorio no pueden hacer nada por sí mismas, no pueden ya hacer méritos y están necesitadas de ayuda, quedan abandonadas por completo del todo.
El tiempo de hacer buenas obras, de hacer méritos se les ha terminado. Su esperanza, está basada esencialmente en las acciones y oraciones de los demás: “Los sufragios son los méritos de la Iglesia (iglesia peregrinante o iglesia que vive en santidad), disminuyendo el dolor y sufrimiento de un individuo en el purgatorio”.
Santo Tomás de Aquino asegura que el Purgatorio, es más “medicinal” que “vindicativo”. Dios no nos “castiga” por nuestros pecados veniales, sino que ofrece un sufrimiento correctivo que pueda purificar nuestro amor por El. Así considero lógico que exista una proporción entre la gravedad del pecado y la intensidad del sufrimiento. Santo Tomas nunca cuantificó esto, pero en la Edad Media estaban fascinados con los números cuando las matemáticas florecían. Fue más natural, para la gente sencilla, cuantificar la gravedad del pecado de acuerdo con la duración de la penitencia impuesta al confesarse.
Día de los Muertos: Francia, Siglo XIII, 2 de Noviembre
En el siglo XI los monjes del célebre monasterio de Cluny (Francia) dedicaron el 2 de noviembre para orar por sus miembros y benefactores difuntos y ya en el siglo XIII la costumbre de orar ese día por “los fieles difuntos” se había extendido a toda la Iglesia. Pero, en definitiva, la información existente del purgatorio en la santa iglesia católica, es relativamente precaria.
Después de haberles conducido a través de un breve recorrido en la historia de la iglesia, quiero pasar a relatarles, lo que un día la siempre virgen de Guadalupe me concedió. Esto me sucedió cuando yo, “Jesé Retoño” me dirigí a ella en una oración o petición, que le envié a ella con mi hermano Saul, quien yacía en trance de muerte.
(Nota: He decidido cambiar el nombre real de mi hermano, por uno ficticio, y así de esta manera, evitar que algún miembro de mi familia pudiera preocuparse, pero la historia es la misma y es completamente verdadera.)
A continuación, voy a proceder con mi relato y pretendo al mismo tiempo, llevarlos conmigo, y que ustedes también experimenten mi viaje al Purgatorio.
Los Sacramentos son el Único Medio de Salvación
Mi hermano Saul, tenía unos 24 años de edad, y él se había cambiado de la iglesia católica al budismo, lo cual mortificaba a toda la familia, por haber abandonado a la iglesia católica. De repente, nos enteramos en la familia, que él se había auto-determinado como homosexual. Esta situación, nos hizo a todos comprender y aceptar el fracaso como católicos, y no nos quedó más que dejarlo en manos de Dios.
Al poco tiempo, nos enteramos de que había adquirido el sida; estuvo en tratamientos médicos, pero al final la infección se desarrolló y lo puso en peligro de muerte. Cuando mi hermano yacía en el hospital, y yo sabiendo que su fin se aproximaba, me decidí ha convencerlo de abandonar el budismo y de que abandonara su inclinación hacia la tendencia liberal o preferencia sexual.
Me dispuse a platicar con él, y le dediqué tiempo para explicarle lo que él estaba perdiendo al abandonar a la iglesia católica. Le recordé el origen del catolicismo y lo que Cristo había dejado en su santa doctrina, para que todos pudiésemos obtener nuestra salvación. Llegué al punto de los sacramentos y se retorcía cuando yo le mencionaba la necesidad de obtener el perdón de Cristo, a través de un sacerdote. Aún recuerdo, cuando sus ojos y su cara expresaban el rechazo de la idea del sacramento del perdón.
Él no quería dejar el budismo y le ofendía tan solo que se lo recordara, porque Cristo ya no era de su agrado. Al día siguiente, lo visité en el hospital y continúe con mi misión de hacerlo recapacitar en Cristo.
Como al tercer día, después de varias horas y explicaciones, lo volví a visitar y esta vez, fue diferente, pues ya no rechazó mi evangelio y parecía que quería la confesión.
Sacramento de la Penitencia
Esa mañana, me pidió que le buscara un sacerdote, pues él quería confesarse. Un cambio había pasado en él y posiblemente Cristo intervino. Inmediatamente, me dirigí en busca de un confesor y al atardecer, logré traer un sacerdote, y junto con algunos miembros de la familia, tuvimos la visita de un sacerdote de la santa iglesia católica, incluyendo a mis padres.
Algo le pasó a mi hermano, que tomó una decisión muy repentina, pues mi insistencia y la voluntad de Cristo, intervinieron en su decisión. Finalmente, mi hermano se confesó, recibió el viático y a partir de ese momento, solo esperaba el inicio de su partida.
Después de su confesión, lo noté más relajado y mejor dispuesto al trance por el que él debía pasar. Al día siguiente por la mañana, volví al hospital y noté que mi hermano estaba más decaído, sus fuerzas se habían agotado y su voz era mucho más débil, su cuerpo estaba paralizado y petrificado de la cintura para abajo, estaba destruido por la enfermedad, y era cosa de minutos para iniciar su partida de este mundo.
Cuando mi hermano agonizaba, estaba yo a su lado y solo yo “Jesé Retoño”, lo acompañé en su último momento de su vida. Yo lo vi en el momento en que dejó de vivir, cerró sus ojos y la vida se le fue. ¡No lo podía creer! Recuerdo que en lo poco que platicaba me decía que cuando ya se muriera, que quería que lo enterraran, me daba a entender su firme decisión al ver la muerte tan de cerca.
Entonces, me acordé de darle un mensaje. Pues la Virgen de Guadalupe, ha sido en mi alma y en mi corazón la reina de mi vida.
Yo siempre, desde mi niñez, la amé y la veneré hasta el presente. Soy de origen mexicano y como todos los mexicanos amo a la Guadalupana. Al ver a mi hermano en su último momento, y sabiendo que él ya se había confesado y que había aceptado a Cristo de nuevo, decidí darle un mensaje a mi hermano, para que se lo entregará a la Virgen, cuando él ya estuviera en el cielo.
Mensaje a la Virgen
Estaba mi hermano agonizando, cuando le di el siguiente mensaje: “Saul, acuérdate cuando hayas llegado o cuando te encuentres con la Virgen, dile que yo la amo mucho y que siempre pienso en ella”. A los pocos segundos, mi hermano, después de haberme escuchado, se durmió en el sueño de la muerte.
Pocos instantes después, su cuerpo quedo inmóvil, un poco aun tibio, pero sin vida. Estando junto a él en ese momento de su partida, sentí y comprendí en mi ser que él aún estaba ahí presente, mirándome y en el mismo cuarto, pero ahora sin el cuerpo. Yo sabía que él estaba en el rincón izquierdo del cuarto, porque mi alma me lo indicaba y él me observaba, pero él ya no sentía los dolores del cuerpo. Se había liberado del cuerpo corrompido, y su alma o su ser autentico y spiritual, ya no necesitaba al cuerpo, no más.
Yo, Jesé Retoño, sabía que mi hermano estaba ahí, por razones y dones espirituales, que ya les mostraré más adelante. Otras cosas, Dios me ha permitido conocer, pero hoy no es el tiempo de hablar de ellas.
Finalmente, mi hermano murió y mis palabras, las que emplee para darle el mensaje a la Virgen de Guadalupe, seguramente llegarían a su destino. Así pensé. Pues todos los cristianos católicos, pensamos que cuando una persona muere, siempre va al cielo, esa era mi mentalidad, pero la señora del cielo, me hizo ver una realidad muy dura en referencia a lo que creemos los católicos.
Los católicos y los no-católicos, creemos que cuando una persona muere, sea niño o adulto, ancianito o persona buena, esa persona siempre va al cielo y que desde allá nos mira. Otra cosa que los católicos y no-católicos creen, es que Dios va a juzgar al fin del mundo. Pero, lo que la Virgen de Guadalupe me enseñó, fue terrible.
Una cosa sí es verdadera y autentica, jamás imaginé que, a partir de este acontecimiento en mi vida, sería yo testigo de milagrosas apariciones celestiales y que mi tiempo había llegado, y tendría que llevar este mensaje a la iglesia y al mundo. El Señor Jesucristo y mi madre celestial habían traído en mi infancia visiones que me asignaban una misión en la iglesia y en el mundo, para cuando llegase yo, a ser mayor de edad. No sabía que este era el momento que el cielo tenía reservado, para dar inicio a lo que el cielo pondría en mi ser, para preparame, y así llevar el mensaje divino a toda la humanidad.
Es curioso, en las apariciones anteriores, la Virgen se presentó a niños, a Juan Diego, quien era un indígena, pero ahora Dios se presentó a mí con visones desde mi adolescencia, y planeó que yo fuese un adulto preparado para este ministerio, y en estos tiempos. En pleno siglo XXI.
La verdad, no sé qué decir, solo puedo pensar que amo mucho a Cristo, a mi Madre celestial y a Dios mi padre celestial por sobre todas las cosas.
Pasó el funeral de mi hermano Saul, y a los pocos días, todo volvió a la misma rutina, excepto que el recuerdo de él no se iba, en especial en la mente de mis padres, que hasta el presente después de muchos años, aún sigue en el corazón de mi madre y de mi padre.
El Ángel Me Habla al Oído
Una semana después de la muerte de mi hermano Saul, estando yo, Jesé Retoño en mi cama, ya muy noche, me sucedió lo siguiente: Era posiblemente la media noche, a veces no tengo mucho sueño, pero quiero dormir y no puedo, así estaba, cuando por fin me quedé medio dormido.
Estaba yo medio durmiendo y estaba de lado hacia mi costado derecho cuando de repente, oí algo como un susurro, como que alguien me llamaba y me despertó. Oí a alguien que me decía así: “pshi, pshi, pshi”, (era un idioma o lengua diferente, pero en mi mente me fue revelado el mensaje), él me dijo que me volviera del otro lado. Al oír esta voz, yo obedecí inmediatamente y procedí a voltearme hacia mi lado izquierdo.
Cuando me di vuelta, en pocos segundos, descubrí que estaba en un lugar y caminaba junto con alguien que me guiaba o llevaba. Esa persona me llevaba caminando por un túnel o cueva dentro de la tierra, era una cueva como las de los mineros, un poco estrecha e incomoda. Cuando mi hermano murió, yo tenía posiblemente unos treinta años de edad.
Estaba yo caminando acompañado por esta persona que venía dirigiéndome por detrás de mí, y en esto miré hacia adelante a una persona hincada y encadenada de sus dos manos. Sus manos estaban atadas con cadenas por la parte superior de la cueva. En la cueva había como una iluminación muy tenue, casi como de veladora y la visibilidad no era muy buena.
Cuando me acercaba a dicha persona, y a cierta distancia, descubrí que era mi hermano Saul, quien yacía en el purgatorio.
Tan pronto descubrí que era mi hermano, solo pude verlo de retirado. Yo lo supe, porque su perfil de su cara, su cabeza y de todo su cuerpo, era quien yo conocía perfectamente desde toda la vida. Pero nunca lo pude ver claramente, pero sí percibí su agonía y su dolor en ese calabozo. Yo mismo me di cuenta de la situación, pues yo mismo lo estaba observando y experimentando, pero solo que yo estaba protegido por la persona o ángel que me acompañaba.
Un Ángel Me Llevó al Purgatorio
Ahora, puedo pensar mejor las cosas, pues un ángel me llevó al purgatorio y sé que fue enviado por mi madre celestial, la Virgen de Guadalupe, quien escuchó mi oración o petición ante mi hermano Saul, antes de que él partiera de este mundo. La respuesta de la Virgen a mi oración, fue muy rápida, me sucedió como en el término de unos diez días aproximadamente, y creo que fue en un miércoles.
Pero, por alguna razón, cuando estuve ahí abajo en el purgatorio, el ángel no dejó que yo estuviese muy cerca de mi hermano.
Cuando caminaba por la cueva con aquella luz tenue, más bien, la luz tendía a ser más obscura que tenue, yo sabía que se podía sentir miedo, pero en realidad yo no lo sentía, sabía que estar ahí era muy agonizante; pero yo no sentía esa agonía, me daba miedo el pensar que hubiera muchas más almas a lo largo y profundo de ese túnel obscuro. Tal parecía que el túnel nos conducía hacia la parte más profunda de la tierra. Percibí que entre más profundo era el túnel, más tormentos se podían sentir. Entre más profundo el túnel, el infierno se podía percibir. También, descubrí que el purgatorio, es aquí mismo en esta tierra, y se encuentra en lugares o entradas de la tierra hacia lo profundo de nuestro planeta tierra.
Cuando regresé a mi cuerpo, porque el ángel me trajo de nuevo del purgatorio, me levanté y de ahí en adelante, fueron días largos, pasaron los meses y también pasaron varios años, hasta que superé lo que se me fue mostrado, por la Reina del Cielo.
Vida Después de la Muerte
Ahora sé que la vida no está en el cuerpo, pero en el espíritu, pues el cuerpo sin espíritu es tan solo un calcañal o títere, porque sin el espíritu injertado en el cuerpo, el cuerpo en este mundo no tiene vida. La lucha de nuestra salvación, está mientras estamos en el cuerpo en este mundo, pero si la descuidamos, no solo no podremos llegar al purgatorio, pero al infierno.
Mas adelante, les mostraré que el cuerpo en realidad no tiene vida, aunque aquí en la tierra todos nosotros y los científicos, no están de acuerdo en esto; pero lo que Cristo me ha mostrado, ustedes y el mundo no lo van a creer. Esto se los mostraré más adelante, porque lo que aquí les digo, es solo el principio.
El purgatorio, no es un estado, ni un lugar de purificación para ir al cielo, ni mucho menos la antesala al cielo, pero es el pago por nuestra infidelidad a Cristo, es una realidad auténtica y eterna. Sé que del purgatorio solo se puede salir, si los santos en la iglesia, oraran e hicieran penitencias por los que van a dar al purgatorio. Pero con la fe muerta y las grandes ambiciones humanas de la iglesia, y con toda la corrupción interna de nuestros sacerdotes, diáconos, líderes y fieles, dudo que un alma pueda salir del purgatorio.
Mas bien creo que el que cae en el purgatorio, queda condenado en ese laberinto de tormentos, para la eternidad. Pues cuando un ser humano muere, se le acabó el tiempo de hacer méritos por su salvación.
Por eso Cristo, se enfocó en su misión evangélica, a ser santos y perfectos como su Padre Celestial. Si somos santos y perfectos como Cristo nos lo enseñó, no hay nada de qué preocuparse por el infierno y ni por el purgatorio. Cristo tubo muchísima razón al no enfocar su misión y ni mencionar de este tal estado de dolor o purgatorio, mencionado por la iglesia. El purgatorio no es ninguna salvación, es el pago por nuestra infidelidad a Cristo.
Después de haber tenido esta experiencia, se la conté a mi madre y a mi familia, pero para ellos solo fue un sueño. Siempre que yo oraba, tenía a mi hermano en mis oraciones, siempre me acordé de él y por mucho tiempo seguí preocupándome y orando por mi hermano Saul.
Visita del Purgatorio
Después de quince años aproximadamente, estando yo en un sueño algo raro e inusual, miré que entraba a mi recamára un muchacho alegre, muy joven y muy bien parecido. Estaba muy bien vestido y creo que usaba una camisa nueva, como una de las que yo creo le vi cuando él vivía en este mundo. Me quedé sorprendido de tanta alegría. El joven venía acompañado de otro joven muy amable y muy bien presentable. Los dos tenían apariencia de unos veinte años, pero con un semblante de doce o trece años de edad.
El joven, que me conocía, venía a visitarme, pero yo no lo conocí al instante. El joven se acercó a mi cama, hacia mi lado, muy alegre y sonriente, aunque no me platicaba nada. Venía con un compañero. Su compañero se mantuvo hacia los pies de mi cama y siempre respetándome, mostrándome su aprecio y afecto por mí. En unos segundos, recapacité y me di cuenta que era mi hermano Saul. Al instante comprendí la situación y acercándome a él, le dije: ¡Saul! ¡No te permiten que te comuniques conmigo, verdad!
Al instante, después de decirle estas palabras, mi hermano pronto tornó su cara llena de cáncer y moreteada como lo estaba el día que falleció en el hospital. En segundos, su cara y su cuerpo se tornó de muerte. Inmediatamente después se desapareció de mi presencia. También al instante, su compañero se desapareció. Entonces entendí su agonía, y sabía que venía a pedirme por mi ayuda desde el purgatorio.
Evidentemente, alguien en el purgatorio, le permitió venir a verme, pero con órdenes de no solicitar nada. Pero yo, comprendí de inmediato la situación.
Ahora lo entiendo mucho mejor: las almas que están en el purgatorio, necesitan de nuestros sacrificios, oraciones…de nuestra santidad o lealtad a Cristo.
La Virgen de Guadalupe Envió a un Ángel
La virgen de Guadalupe, me llevó al purgatorio, para que, a través de su ángel o enviado, viéramos los resultados de la desobediencia a Cristo. La ley mosaica o antiguo testamento, no ha cambiado y Cristo no vino a cambiarla, sino a complementarla. El sacramento del perdón o de la penitencia, no excluye la obligación de restituir los daños causados a quienes hemos ofendido. Después de nuestra confesión ante un sacerdote del Altísimo, nuestra primera obligación, es ir a reconciliarse con el hermano, si aún no lo hemos hecho, y restituirle por los daños causados a él o ella.
Dice el libro del Éxodo 22, 1-14: Al que se le sorprenda robando, si lo robado, sea buey, asno u oveja, fuere hallado vivo en su poder, restituirá el doble. Después de haber causado daños a un semejante, debemos obligatoriamente, restituirle hasta el doble. Después de confesarse un cristiano, no es suficiente, con rezar un padre nuestro, un ave maría y amen. No, por el contrario, debemos inmediatamente después, comenzar la tarea de restituir por los daños causado a otros y por enderezar nuestras vidas. Saldar nuestras deudas y enderezar nuestro camino, cumpliendo con la voluntad de Dios.
La Salvación Requiere Estar Preparados
Es decir, debemos hacer en adelante méritos ante Dios y probar nuestra lealtad. No pretendamos, engañarnos a sí mismos o pretender que se le puede engañar a Dios. Por eso, cuando una persona muere confesada, no podrá ir al cielo, si no ha llevado una vida dedicada a Cristo y su evangelio. La enseñanza del perdón, extendida por la iglesia, la de confesarse con frecuencia, rezar la penitencia y vivir una vida a medias o tibia, no es el evangelio de Cristo.
La parábola de cuantas veces debo perdonar a mi hermano, no solo siete veces, pero hasta setenta veces siete. Esta parábola y otras, implican la capacidad misericordiosa de Dios, de perdonarnos cuantas veces fusé necesario, aquí en la tierra; pero en la parábola de las diez vírgenes, nos enseña que debemos estar siempre preparados, y listos para cuando llegue el novio.
Sacramento de la Confesión
No pretenda usted, correr en el último momento de su vida a conseguir aceite para su lampara, no pretenda usted en el último instante de su vida buscar a un confesor, porque ya es tarde para hacer méritos y llegar al cielo. Porque el sacramento de la confesión, nos borra la culpa, pero no nos quita la deuda, y esta deuda se debe de pagar, para poder estar limpios y poder entrar al cielo. El purgatorio, sería su destino a cambio. Jesús nos enseña a vivir toda nuestra vida con nuestras lámparas siempre llenas de aceite, listas y prendidas. Vosotros, pues, sed perfectos como es perfecto vuestro Padre celestial.
Por favor, no hagamos lo que hizo mi hermano Saul, quien esperó hasta el último momento, para confesarse y fue ya muy tarde. Sin contar que fui yo, Jesé Retoño, su propio hermano, quien lo motivó a buscar un confesor; pero en su caso posiblemente no vaya nunca usted a tener a nadie que lo(a) ayude a buscar a Cristo.
Como les dije, después de 15 años de mi visita al purgatorio, y después de haber experimentado este sueño raro, el cual en realidad había sido una intervención celestial, me quedé tan traumado y no me quedó otra cosa que orar por mi hermano Saul y su amigo.
Oración por los Muertos
Al día siguiente, me dirigí a la oficina de la parroquia y le ordené una misa especialmente por mi hermano Saul. Mi madre me acompañó ese día. Aún sigo preocupado, no obstante, creo que posiblemente él ya no se encuentre tan agobiado o que posiblemente, Cristo le haya concedido entrar al paraíso celestial.
Por eso en mi ministerio Piedrecita, siempre ruego a mi Padre celestial y a Cristo el Redentor, que se apiaden de la iglesia y del mundo. Mi ministerio, lo dedico también a la salvación de muchos que se encuentran en el Purgatorio. Hoy que vivo en esta tierra, le ruego a mi padre y a mi hermano Jesús, el Señor Jesucristo, que se apiaden de los que están en el purgatorio. Deseo en el alma, que el día que yo vuelva de nuevo ante Cristo y ante mi padre celestial…deseo salvar a muchos del purgatorio y llevar nuevos cristianos a la patria celestial.
Sí, Alejandro de Hales, teólogo inglés, tenía razón, pues las almas en el purgatorio, no pueden hacer nada por sí mismas. El tiempo de hacer buenas obras y méritos, se les terminó. La única esperanza que ellas tienen, está sostenida en los sufragios y oraciones de la iglesia peregrínate.
Después de haberlos llevado por este viaje al purgatorio, espero que muchos recapaciten y enderecen sus vidas ante Cristo. Luchen por la verdad; defiendan el evangelio de Cristo y mío también. Primero reconozcan sus faltas propias, acéptense o reconózcanse como pecadores, y enderecen sus vidas ante Cristo.
Denuncien las injusticias y no encubran los pecados y defectos de aquellos que obran el mal, aun dentro de nuestra propia iglesia. Si hoy no nos preocupamos por hacer el bien, después de la muerte, ya no podremos hacer nada por nosotros y ni por los demás.
Jesucristo es Juez en esta Tierra
Tenemos en la iglesia y en el mundo, un dicho: “Allá Dios juzgará”, por lo tanto, para no meternos en problemas, mejor no le decimos a nadie sus pecados, y al padrecito de mi parroquia menos, porque él es un consagrado. Así que, no juzgues si no quieres ser juzgado. Humanamente, esta es una verdad, y alégale, porque el equivocado es y será siempre Dios mi padre celestial.
Cristo asegura, que él no ha venido a traer la paz sobre la tierra, sino su espada. Su espada es el juicio de Cristo, es su evangelio que purifica a todo aquel que cargue con su cruz aquí en la tierra, no allá en el cielo. El sacrificio y el evangelio de Cristo se ejercita aquí en el mundo, porque después de esta vida, ya es muy tarde. Hoy debemos juzgarnos a nosotros mismos y enderezar nuestras vidas, hoy debemos crucificarnos nosotros mismos al lado de Cristo, y también dar muestras de sacrificio y lealtad a Cristo, hoy, no después de la muerte.
En el Cielo No Hay Juicio Alguno
Por eso los primeros cristianos, durante la persecución, llegaron a ver los cielos abiertos y a Cristo sentado a la diestra de Dios padre todo poderoso, como le sucedió a San Esteban (Hechos 7, 55-56). El decir la verdad en este mundo, los hizo enemigos del Imperio Romano y enemigos del pueblo judío de su tiempo. Sí, la verdad los hizo enemigos del mundo y pasaron a ser hijos de Dios, por el sacrificio o por cargar la cruz de Cristo.
En el cielo no hay ningún juicio y ni San Pedro está en la puerta del cielo recibiendo a todo el mundo. Todos los católicos y no-católicos que afirman que habrá un juicio al fin del mundo, eso no será posible para muchos, ya que Cristo está juzgando desde hoy mismo, y las visiones apocalípticas de San Juan, reflejan solo el poder de Cristo para juzgar a las naciones. Todo este embrollo son cuentos o fabulas, inventadas por las gentes o también es debido a falsas interpretaciones del Apocalipsis.
Por eso la santa iglesia católica, nos invita continuamente a celebrar la fracción del pan en la santa misa dominical, y nos incita a vivir la vida eucarística en nuestras vidas diariamente, para lograr nuestra salvación. Así lo dejó establecido Cristo a sus apóstoles. La salvación debemos buscarla hoy mismo, no en el día final del mundo o después de la muerte, para entonces será ya muy tarde.
Mi recomendación como buen católico, para todos aquellos que deseen salvar sus vidas…he aquí mi mensaje: Les recomiendo, no se la pasen confesando cada mes o muy seguido. Si te confiesas, hazlo de corazón sincero y no vuelvas a pecar. Dedícate a hacer buenas obras; denuncia las injusticias; di siempre la verdad y nunca te juntes con la mayoría para votar a favor de las injusticias y del soborno. Nunca apoyes a tus superiores para hacer el mal, aunque fuesen los de tu propia iglesia.
Viaje al Purgatorio es Historia Verdadera
Esta historia es verdadera y mi hermano Saul, murió el 11 de marzo del año 1992. El hospital se llamaba Scenic Hospital, aquí en Modesto, CA EE.UU. Hoy en día se llama Health Services Agency of Stanislaus County. El panteón se encuentra al otro lado del hospital al cruzar la calle Scenic Dr. El panteón se llama St Stanislaus Catholic Cemetery. Ahí está la tumba de mi hermano Saul, junto con la de mi abuelita María.
Como buen católico, le recomiendo estudiar las leyes de Dios, conozca lo que mandan y enseñan los diez mandamientos de la ley de Dios a la perfección y obedézcalos usted mismo(a) con sus propias acciones. Ame a Dios por sobre todas las cosas y apártese de las malas compañías.
Yo, Jesé Retoño, le recomiendo vivir en santidad. Mi mayor deseo es que la juventud y los mayores de edad, vivan en santidad. Yo deseo la salvación de muchos de ustedes, quisiera que millares pudieran salvar sus vidas, para un día poderlos encontrar con Cristo en la patria celestial y poderlos abrazar.
Sacerdotes Administradores de Dinero
Cristo se encuentra muy ofendido por la corrupción de muchos sacerdotes y obispos en la iglesia, pero sobre todo porque ellos descarrían a los demás con su mal ejemplo, influyen en los fieles con sus malas conductas, enseñan doctrina corrompida. Los fieles no tienen conexión con el orden jerárquico, los sacerdotes son administradores del dinero. Le ocultan la verdad a los fieles y hacen grandes colectas de dinero. Instrúyete en la santa religión católica, no dejes que nadie te engañe y da pruebas de lealtad a Cristo.
Secreto Celestial
Pocos días después de la muerte de mi hermano Saul, el espíritu Santo me reveló por voluntad de la siempre virgen María, un secreto que solo yo debía saber y es un secreto personal y familiar, y que hasta el presente se ha estado cumpliendo y efectuando, según lo anunciado a mí por la virgen de Guadalupe.
Yo soy “Jesé Retoño.” Soy mecánico, pero uso mis herramientas para llevar a muchos a la casa de mi Padre celestial.
Soy un” Lobo apocalíptico”, soy como un San Pablo—el lobo de la tribu de Benjamín, y mi guerra es una lucha enfurecida contra las fuerzas del mal.
El amor de mi padre celestial y la misericordia de Cristo, sea con todos.
Mi madre, la siempre virgen de Guadalupe, los ama.
Mi hijo el mayor, mi traductor al inglés, León Jesuita, les ama, y le ruega a Cristo por todos ustedes también, y les manda su saludo.
Bendiciones a todos y al mundo entero.
Atentamente: Piedrecita.
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