¿¡Sabía usted que…!?
El 24 de junio, celebramos el día de San Juan Bautista. Nuestros sacerdotes, nos recuerdan siempre durante las homilías o sermones dominicales, las virtudes de San Juan Bautista. Hombre de Dios, pobre, humilde, sencillo y extremadamente paciente.
Virtudes, que todos en la iglesia deberíamos de tener, que todos deberíamos de tener, menos los sacerdotes; aunque en realidad son muy pocos o ningunos los sacerdotes que tienen estas virtudes. Pero prácticamente, somos los fieles, los que deberíamos de tener todas estas virtudes, pues nuestros sacerdotes, están exentos y ellos mismos, nos lo recalcan con mucha insistencia.
¿¡Que ironía!? La única virtud de Juan el Bautista, que, a nuestros sacerdotes, no les agrada mencionar durante las homilías, ¡es el grado supremo de justicia de Juan el Bautista! Los santos mártires, no mueren por su sencillez, ni por su humildad, ni por su pobreza, y ni siquiera por su paciencia. Los mártires mueren por denunciar las injusticias. Así, por ejemplo, Juan el bautista, murió por denunciar ante Herodes, su vida de pecado. Le amonestó su falta por vivir con Herodías, la mujer de su hermano.
Herodes, por un insensato juramento, prefirió matar a su amigo, le cortó la cabeza, sobre poniendo su poder ante el humilde y pobre amigo de Dios y amigo de todos. (Mateo 14, 3-12).
El evangelio, en la iglesia, se acomoda a los gustos y conveniencias de cada uno; pero en especial de los sacerdotes corrompidos, que solo quieren ocultar sus pecados, y salirse con la suya. Muchos sacerdotes, usan su poder para callar y despedir a aquellos que los descubren con sus pecados y los denuncian ante los demás.
¿Cómo sería la iglesia, si los católicos aprendieran a denunciar las injusticias, en lugar de callarlas? Tal como Juan el Bautista lo hizo y así como lo manda nuestro Señor Jesucristo.
¡No sería mejor, corregir y denunciar a todos aquellos que son guías y sacerdotes; pero que obran el mal! ¡En lugar de que los fieles los alaben o los adoren!
Estas realidades, nos están sucediendo a diario en nuestras comunidades eclesiales; pero la mayoría de los católicos las encubren. Así nos ha pasado recientemente en nuestra comunidad.
¡Será que los católicos debemos seguir callando! ¿Que será mejor, imitar a Judas Iscariote el traidor o a San Juan Bautista, quien delata la injusticia?
Nuestros sacerdotes, convierten el pan y el vino en el cuerpo y la sangre de Cristo. ¡Será ésta una gran razón para desobedecer la ley de Dios y permitir que sigan las injusticias, en nuestras comunidades eclesiales!
¡Acaso podremos llegar al cielo, orando con fervor, mirando la injusticia, y callando al mismo tiempo!
¡Acaso podremos llegar a Dios, siendo hipócritas y cómplices, de los sacerdotes corrompidos!
¡No sabía que los católicos estamos obligados ante Dios, a denunciar las injusticias, aun dentro de nuestra propia iglesia católica! ¡Esta es la verdadera enseñanza de San Juan Bautista!
¡No, eso no lo sabía!
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