Yo, Jesé Retoño, el martes 18 de febrero, del año 2020, a las 4:00 am de la madrugada, tuve una visión. Estaba yo como muchas otras veces no se si dormido, o semi-despierto. De repente entré bajo un tipo de visión infusa, que me sucedió, tal y como en otras visiones anteriores, que ya les mostraré más adelante, pero en esta ocasión, tuve un visón acerca de la Guadalupana.
Ese mismo día por la tarde, llamé a mis cuatro hijos y a mi esposa, y nos reunimos todos alrededor de la mesa, y les conté la visión.
Yo, Jesé Retoño, me encontraba en mi cama y no podía dormir, me daba vueltas y no podía ya volver al descanso, era muy de madrugada como a las cuatro de la mañana, y es la hora en que mi esposa se levanta muy temprano, para irse a su trabajo. Ella trabaja en un hospital, donde saca sangre a muchos pacientes.
Algo pasó y entré en un sueño o no sé si era la vida real, pero lo que yo estaba viviendo era muy verdadero. Me encontraba yo en lo profundo de una mina bajo la tierra. Esta mina, tenía un tipo de elevador moderno, y parecía que yo había bajado por ese conducto, bajé al piso donde el elevador abrió su puerta y salí, junto con algunas personas.
Cuando salí, me encontré en una sala grande, como un gimnasio bien iluminado, con ciertos arreglos decorativos, propios de una mina en proceso, pero al mismo tiempo muy elegantes, había muchas gentes, como en un museo bajo la tierra, todo era seguro, buena iluminación, buena ventilación y había un ambiente bastante agradable.
La gente se paseaba a los alrededores de dicha mina, recuerdo que había una columna muy elegante, en el centro de la mina, que era la que le daba mucha fuerza y firmeza al elegante proyecto excavatorio.
Miré, que hubo una explosión que salía por la vía del elevador, de donde vino una nube de polvo negro y luz.
De pronto, se empezó a estremecer las paredes de la gran mina, la columna se estremecía, parecía que todo se venía abajo, y se creó un gran caos. Las gentes empezaron a correr de un lado al otro, pero no había salida, estábamos todos atrapados en esa mina en lo profundo de la tierra.
Las gentes, empezaron a llorar y a lamentarse, y se empezaron a aglomerar junto a mí, y me decían ¿que va a pasar?, ellos no sabían que hacer. Miré en sus caras la amargura y el dolor de la muerte.
Cuando vi a las multitudes, que se acercaban a mí, no hice otra cosa, más que pedirle con todo mi corazón, a Cristo, mi hermano divino, que se apiadara de todos. Puse toda mi confianza en Cristo, y le pedí con toda mi alma y mi corazón, que se apiadare de todos.
Aun no terminaba la oración, cuando de repente aparecieron unas religiosas, que usaban túnicas, o vestidos un poco abajo de las rodillas, y llevaban un tipo de manto o tilma, con distintivos de la virgen de Guadalupe. Las religiosas, inmediatamente, consolaban y apacentaban a las gentes. La mina dejó de temblar y hubo paz.
Al momento, me di cuenta, que las multitudes, empezaron a relajarse y sentires mucho mejor, pues entendí, que la virgen de Guadalupe, estaba con todos nosotros en ese momento trágico de esas multitudes.
Todo volvió a la calma.
Yo, Jesé Retoño, comprendí que Cristo había mandado a su madre, para que nos salvara a todos. Conocía yo a mi madre celestial; pero al darme cuenta que ella había venido por la salvación de aquellos por los que yo había orado, me llegó una paz y una alegría inmensa.
Mi alma se llenó de gozo al saber que mi madre celestial, estuviera ahí junto conmigo y atendiendo a aquellos que sufrían. Ella, mi madre, se encontraba al otro lado de la columna, pero yo no la miraba, solo veía a las religiosas que consolaban a las multitudes.
Entonces, desperté del sueño o visión, y al despertar, descubrí que sí era una visión. Desde entonces, les dije a mis hijos y a mi esposa, que Cristo me había mandado un mensaje celestial. Él quería que yo le confiara todas mis oraciones a mi madre celestial. Mis hijos y mi esposa fueron testigos esa tarde, al yo revelarles el mensaje de Dios.
Yo aun no sabía, de que se trataba esto, me quedé muy pensativo todo el día, solo venía a mi mente, que Cristo quería que yo orara por las multitudes, hasta ahí; pero no entendía muy bien de qué se trataba. Le dije a mi hijo el mayor, que apuntaría esta fecha en mis notas, para recordarla cuando llegase el día que se necesitara, y así lo hice. Así les expliqué a mis hijos y a mi esposa; pero talvez mi madre celestial, ya sabía de la pandemia que nos venía a todos en el mundo. La visión, la tuve en febrero 18 y la pandemia COVID-19 empezó en el mes de marzo del 2020.
En efecto, ahora entiendo…Cristo, quería que yo rogara por todos en el mundo, y que llevara a muchos a venerar y confiar en la madre de la iglesia:
La virgen María, la siempre Virgen de Guadalupe.
Yo, “Jesé Retoño”, resido como ciudadano en los estados unidos de América, en el estado de California. Soy residente del condado de St. Stanislaus, y soy católico en la diocesis de Stockton; pero como mexicano que soy, yo heredé el culto de veneración a mi madre celestial, y la amo como muchos mexicanos la llevan en su alma. Otro tanto, he heredado por la tradición de la iglesia el culto de veneración a la virgen de Fátima.
La virgen de Fátima, la llevo en mi corazón también, pues ella es la misma virgen de Guadalupe.
“María la virgen”, es mi madre celestial, yo la amo y deseo que las multitudes confíen en ella.
Oremos, para que nuestra madre celestial, se apiade de todos en la iglesia y en el mundo.
Gracias, Cristo, yo te amo y te doy las gracias desde mi corazón por darme una madre bondadosa, con un corazón inmaculado.
Bendita, seas madre mía.
Te amo. Soy “Jesé Retoño”, tu hijo, ¡Si!, este perrillo sarnoso al que tu has levantado del polvo. Soy el oprobio y la vergüenza de muchos, soy la ruina y la desgracia de mi comunidad eclesial; pero soy bendecido por mi Padre celestial, por Cristo mi Dios y por ti, madre mía.
Mi padre celestial es “Yahveh” el existente y su hijo único Jesucristo, Dios verdadero.
Madre, no dejaré jamás de obedecer tu mandato y el de mi hermano Jesucristo, ni desobedeceré a mi padre celestial, cumpliré entregando su mandato a la iglesia y al mundo. Padre, te amo más que a mi vida.
Oremos todos en el mundo y en la iglesia.
Los invito a todos en la iglesia y en el mundo, a orar y a amar a nuestra madre santísima, la madre de Dios Nuestro Señor Jesucristo. Es voluntad de Cristo, que su madre sea venerada y amada por todos en el mundo.
Yo, “Jesé Retoño”, deseo que María mi madre celestial, sea honrada, venerada y amada por todos en la iglesia y en el mundo. Deseo que la iglesia y el mundo ore a ella, deseo que toda curación, milagro o bendición se lo pidan a mi madre celestial, para que ella nos libre de esta pandemia. Esta es la voluntad de Cristo mi hermano, Dios verdadero.
Mi siguiente tema, será mi oración a la virgen del cielo y los invito a todos en el mundo, a orar a la señora del cielo, que nos libre de la enfermedad y la muerte, y se apiade de todos, por su inmensa misericordia, como madre de Dios.
Oremos, para que la madre de Dios, nuestra madre celestial, se apiade de todos en el mundo.
Oremos a mi madre santísima, para que los enfermos empiezen a sanar, y todo vuelva a la calma.
Amen.
Recuerden, están todos invitados a orar junto conmigo.
La salud y la paz de Dios sea con todos.
Amen.
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